La calidad de tus pensamientos es lo que le da calidad a tu vida. En este blog, te hablaré de la voluntad de Dios. Dios, o la fuerza superior en la que creas, siempre quiere lo mejor para ti.
Hoy te hablaré de los pensamientos cotidianos que puedes tener en un día normal. Este blog está basado en hechos reales.
Hay una fuerza superior que es más grande que nosotros, no tiene principio ni fin, y definitivamente influye en nuestras vidas. Esa fuerza en la ciencia se llama energía (porque todos somos energía, comprobado). En la física, se le llama física cuántica (porque somos átomos de energía, comprobado), la neurociencia lo llama ley de atracción (porque somos energía que atrae energía, comprobado), y en la religión, le llaman Dios. Utilizaremos el ejemplo del nombre de Dios, porque es el que más usamos.
Por lo general, no le pides a la física cuántica que te traiga una pareja que te ame, se lo pides a Dios. Tampoco exclamas “ciencia, ponme donde hay”, eso se lo pides a Dios. Por eso, leerás «Dios» a lo largo de todo el blog.
Espera y lee todo el texto para que puedas entender. Si has leído hasta aquí y te sientes incómoda con el tema, te invito a seguir leyendo. Créeme que aprenderás con este blog más de lo que has aprendido en los últimos 10 años, y te lo explicaré de forma muy real (hechos de la vida misma) para que jamás lo olvides. Estoy de tu lado, porque yo pasé por lo mismo. ¡Lee!
Como seres humanos, apoyarnos en un ser superior es natural. Venimos codificados ancestralmente para sentir y «creer» que alguien nos cuida, y a ese alguien le debemos lealtad. Antes existían dioses para cada cosa: los dioses del sol, la tierra, la lluvia, los dioses del Olimpo (estos últimos son mitología). Hasta aquí, todo va bien.
Pensamiento ancla: La calidad de tus pensamientos es lo que le da calidad a tu vida.
Creer en una fuerza superior es casi normal. Y digo «casi» porque hay quienes no creen y les va muy bien (aunque tú quieras creer lo contrario). Sin embargo, la confusión ocurre cuando utilizas esa fuerza superior como responsable de todo lo que te ocurre.
Por ejemplo: «Dios mío, ¿por qué me pasan estas cosas? Estoy sola, con hijos, todo depende de mí, y siento que la vida está en mi contra. Nada termina de caminar bien, me pasan y me siguen pasando cosas negativas. Dios, tú sabes que soy una hija fiel, que soy buena persona, que ayudo a todos, que no me meto con nadie… entonces, no entiendo ¿por qué no me ayudas?»
Sientes que lo que eres y haces no tiene ningún efecto positivo en tu vida porque no vives la vida que deseas. Una creencia común es: «Si soy buena persona, ¿por qué me va mal?» o «Si lo tengo todo, ¿por qué me siento mal?»
Voy a aclarar aquí algo que profundizaré en otros blogs: los conceptos de quién eres o lo que haces son tuyos, es lo que tú crees de ti, no lo que realmente eres. Me explico: tú puedes «creer» que eres buena persona, al menos no te metes con la gente para destruirla, pero eso no se relaciona con tu falta de compromiso. Puedes ser buena persona, pero si no tienes metas claras y no cumples lo que te propones, no tendrás los resultados que deseas. Esto aplica en cualquier área: salud, relaciones personales o en el ámbito laboral y financiero.
Otra perspectiva es qué significa para ti ser buena persona. Puede que no mates a nadie, pero juzgas y criticas a los demás. Puede que seas buena hija porque ayudas a tus padres, pero si esa ayuda te deja sin dinero o te endeuda, no solo estás siendo irresponsable contigo misma, sino que estás atentando contra ti. Aquí entran en juego tus creencias: lo que «crees» que eres versus lo que realmente eres. Prometo que escribiré un blog profundizando más en esta parte.
Volvamos a la confusión de usar la fuerza superior como única responsable de lo que te ocurre.
Aquí va la respuesta de Dios a tu súplica: «Dios, ¿por qué no me ayudas?»
Dios responde: «Yo estoy aquí esperando que tengas la valentía y la confianza de comprender qué es lo que está pasando. Yo soy quien espera por ti. Te regalé el libre albedrío como el poder de elegir. ¿Qué estás eligiendo para tu vida?»
Vamos a desglosar esto: si tú, que estás leyendo este blog, no tienes la mínima idea de lo que estoy hablando, quédate y lee hasta el final para que puedas descubrir qué está ocurriendo en tu vida que te mantiene en la escasez y angustiada. Solo descubriéndote a ti misma, Dios puede obrar en ti.
No olvides esto: Dios no obra en quienes dudan de sí mismos.
Eres de las que le pide a Dios: «Ponme donde hay, que yo hago el resto». Pero no puedes ver «dónde hay» porque estás con los ojos vendados por creencias que te ciegan, no te dejan ver y te confunden, y ni siquiera te das cuenta. Entonces, te pregunto: ¿Es Dios o eres tú y tus creencias?
Este es un tema amplio que seguiré explorando. Pero recuerda: la calidad de tus pensamientos es lo que define la calidad de tu vida.
¡Nos vemos en el próximo blog!